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Por esto el mundo de entonces fue destruido, inundado en agua. Pero por la misma palabra, los cielos y la tierra que ahora existen están reservados para el fuego; guardados hasta el día del juicio y de la destrucción de los hombres impíos.

Pero, amados, una cosa no pasen por alto: que delante del Señor un día es como mil años y mil años como un día.

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